Laprovittola, figura absoluta en Brasil, reconoce que le vino bien irse del país. "En Lanús ya me sentía demasiado cómodo. Es como que estaba mimado en exceso", afirma. Su presente, su adaptación, la playa y la Selección: "El Premundial fue duro".
Ese chico que sale a caminar por las calles de Leblon, en ojotas y con la parsimonia de un turista, podría estar tranquilamente de vacaciones en Río de Janeiro. Su simpleza le permite pasar desapercibido en aquél contexto tan cosmopolita. Pero la realidad es que no está veraneando ni tampoco es uno más. Se trata, nada menos, que de una figura top de la liga brasileña de básquet. Y ni siquiera tiene auto.
Ahí va Nico Laprovittola, sonriente, de la mano de su novia Florencia y con su perro Nash. Hace dos meses estaba encerrado en un laberinto mental que le trabó la cabeza y no le permitió rendir en plenitud con la Selección en el Premundial de Caracas. Fueron días difíciles. De reflexión. Bastante parecidos a aquellos posteriores a su corte antes de los Juegos de Londres. Pero de cada golpe se ha fortalecido este joven de 23 años. “Era una apuesta venirme al Flamengo. Irme de mi país, de mi casa, de mi club. Pero necesitaba un cambio. Para crecer. Me encontré con un lugar maravilloso. Un gran ambiente de trabajo, buenos compañeros, buen entrenador, todos ayudándome a que me adapte rápido. Estoy intentando dar todo para devolver esa confianza”, arranca su mano a mano con Olé.
-¿Por qué decís que necesitabas el cambio?
-(Piensa). En Lanús ya me sentía demasiado cómodo. Es como que estaba siendo mimado en exceso. Y necesitaba un desafío nuevo. Desde lo personal. Cuando surgió esto de Brasil, tomé rápido la decisión. Me costó muy poco convencerme. Creo que para dar un salto de calidad, lo ideal hubiera sido irme a Europa. A España o Italia. Pero no se pudo por un tema de papeles y bueno, acá estamos. Ojalá se dé el año que viene.
-¿Esperabas un arranque así de tu parte?
-Los primeros partidos estuve un poco como espectador, para ver cómo era el juego, por dónde iba la mano. De a poco me fui sintiendo mejor y hoy estoy muy bien. El equipo, por las bajas que tuvo, me ha asignado un rol que no esperaba inicialmente. Pero lo acepto. Y si cambia, también lo aceptaré. Yo quiero mejorar y ganar. Vine a eso. Tengo objetivos claros. Me gusta el desafío.
-¿Con qué nivel te encontraste? ¿Respecto de la Liga es más pobre la competencia?
-Como en todas las ligas hay equipos con aspiraciones altas, equipos de mitad de tabla y equipos pobres. La organización, acá en Flamengo, es perfecta: hoteles muy buenos, viajes en avión... Se manejan muy bien. Respecto del juego, sí, es mucho más desordenado. Sin reglas. En Argentina es distinto. Se nota incluso a nivel de Selección. Nuestra Selección es mucho más organizada y trabaja con posesiones largas. Acá el que la tiene, decide. No hay misterios. Es un ritmo más vertiginoso y anárquico.
-¿Y vos cómo te adaptaste a esa novedad?
-Y... Cuando vi como venía la mano me intenté acoplar a eso. Cuando uno viene a un lugar nuevo, tiene que adaptarse, no al revés. Así que un poco me metí en esa dinámica de juego. Y me acostumbré. Por momentos me cuesta. Hay situaciones en las que no me siento cómodo o posesiones en las que, por ahí, un compañero toma una decisión que no me parecer correcta. Pero esto es así. Son diferentes formas de ver el básquet.
-Por lo menos tenés la playa para distender...
-Sin dudas. Es bastante más tranquilo el ritmo de vida, no se percibe tanto estrés. Estoy a dos cuadras de la playa, a dos cuadras del club, tengo restaurantes por todos lados... Me siento muy cómodo. Lo intento disfrutar y aprovechar. Acá la gente está relajada siempre, es increíble: son muy piolas. Estoy contento de haber tomado la decisión de venir a jugar a esta ciudad.
-¿Te reconoció alguien por la calle?
-A veces me reconocen, pero muy muy poco. A Marcelinho sí lo reconocen mucho. El es la cara visible del equipo. Tengo buen vínculo con él. Con Meyinsse (Jerome, ex Regatas) es con el que más hablo porque vive a la vuelta de mi casa y además maneja muy bien el español. Pero hay varios en el plantel que hablan español. El portugués es duro. Los primeros meses me costó muchísimo. Ahora me animo un poquito más, aunque soy medio tímido. Hago lo que puedo.
-¿Necesitabas demostrarte a vos mismo que podías hacer rendir un equipo después del Premundial?
-(Piensa). Yo no creo que todavía necesite demostrarme a mí mismo o a alguien que puedo hacer rendir un equipo: ya lo desmotré. Sé que lo puedo hacer. Lo que pasó en el Premundial fue duro. Es decir, la pasé bien porque clasificamos, eso me alegró. Pero personalmente tengo en claro que no fui el que muchos esperaban. No terminé conforme con mi rendimiento. Y deberé esperar hasta el año que viene para tener revancha. Estoy jugando para eso. Para que me den otra oportunidad. Lo que yo más quiero es jugar y disfrutar de lo que hago.
-¿Te dolió haber terminado con pocos minutos o te repusiste rápido?
-No, yo que sé. Tuve el tema del tobillo también. Las cosas no se dieron. Tengo que mirar para adelante. Sé que soy joven y que no me van a faltar otras chances. En 2012, me perdí el Juego Olímpico por muy poco y también me recompuse. De igual manera superaré esto. Además yo valoro haber estado en Caracas, haber compartido varios días con Luis Scola y el resto del grupo: me sirvió de aprendizaje.