Una mirada sobre los tres extranjeros en la liga

Introducción

El reglamento actual de la Liga Nacional “A” de Argentina permite que los equipos tengan hasta tres extranjeros y un nacionalizado. Esta medida es optativa por el club que arma su plantel y puede jugar sin extranjero, con uno, con dos o con tres.

Este año la opción completa la tomó Regatas Corrientes, Obras Sanitarias y Quilmes de Mar del Plata (aunque Hopson no es nacionalizado sino argentino, al menos en su documento). Del resto La Unión de Formosa y Sionista van con dos foráneos y Peñarol solo con uno. En total 13 de los 16 (81,2%) equipos han optado por los tres extranjeros.

La teoría en el tema de los foráneos dice que es una ecuación que tiende a favorecer al plantel reforzando donde haya menos calidad y cantidad (sobre todo en la zona pintada). Hoy esta sentencia sufre algunos puntos de controversia importantes.

Todos los equipos de la liga tienen al menos un foráneo en su media cancha (base, escolta, alero). Esta tendencia a elegir importados en la posición de un goleador no tiene que ver con la falta de centímetros sino de calidad, al menos esa sería una buena mirada.

La otra es económica. Y esta opción es atacada por quienes sostienen que los tres foráneos no representan una salvación económica. Es un tema complicado de desarrollar porque tiene mil vertientes, pero vamos por pasos.


Sustento económico

Es menester tener una charla sincera, como diría Carlos Bianchi “poniendo la heladera en la cocina y el inodoro en el baño”. Si vamos a hablar de la economía de los clubes no hay reglamento que la salve. En esta liga nacional no es serio plantearse si quiera que un reglamento con uno, dos, tres, cuatro foráneos, ficha sudamericana, interamericana o intergaláctica salvará la ecuación económica violenta de participar en la Liga Nacional.

En todo caso jugar con tres foráneos podrá brindar salidas más benéficas para el club, pero la ecuación seguirá siendo negativa porque la raíz está mal, no lo los tres foráneos.

Los clubes aprenden de los ejemplos que ven en sus pares. El año pasado Sionista le firmó dos años de contrato a Pablo Moldú. El equipo andaba muy mal en lo deportivo y decidieron hacer un corte para encontrar respuestas. Moldú fue cortado pero su salario se siguió pagando hasta que el escolta firmó en Gimnasia de Comodoro como nuevo club. En Mar del Plata la desgracia de “Tato” Rodríguez con su afección cardíaca lo obligó al retiro profesional del básquet con un contrato por dos temporadas. Los dirigentes del club cumplieron la palabra brindada y honrarán ese contrato incluso con los cheques del pago de los derechos televisivos. El retiro de “Tato” Rodríguez de una cancha es a los 33 años pero del básquetbol como profesional será a los 35 cuando deje de cobrar. Todo esto es un análisis de los números fríos sin interpretaciones emocionales o morales de por medio.

En consecuencia, si hay que reemplazar un nacional hay que pagarle el contrato o bien llegar a un acuerdo de buena voluntad con el jugador y el mercado para su reemplazo es muy chico. Si un extranjero es cortado se le saca un pasaje de vuelta a su país como toda gentileza. Llegan al país con visa de turista y se van como tales. Si hay que reemplazar a un foráneo se tiene al mundo entero como oferta.

Siguiendo con el tema económico no es objetivo de esta nota publicar números. Pero un extranjero es más barato (y en muchos casos bastante más barato) que un nacional. Días pasado lo decía el entrenador de Bahía Estudiantes, José Luis Pisani, a los micrófonos de “Todo Red”: “yo también quiero jugar con dos extranjeros, pero Mojica era más adecuado a nuestro presupuesto que cualquier otro nacional en la posición de escolta que buscamos”.

Luego amplió el concepto sosteniendo que “además al ser puertorriqueño habla nuestro mismo idioma, es buena persona y se compromete como un nacional con la causa del equipo”. A Bahía Estudiantes la ecuación le cierra por todos lados.

El público en general no sabe los números que cobran los jugadores nacionales y los extranjeros. En otras disciplinas deportivas, como el tenis, el fútbol, el golf es mucho más común leer en el diario cuánto cobran los profesionales. Incluso dentro del básquetbol en la NBA mismo se encuentran muy fáciles los salarios de los jugadores. Esto habla de una sinceridad comercial importante. En la Argentina no se publica ni soñando los números del cobro de los jugadores de básquet y sería bueno que la gente lo sepa.

Para decir si conviene o no traer un extranjero por un nacional en materia económica hay que ir a números reales. Aunque se afirme: “la ecuación económica es igual”. No es igual, es sensiblemente más barato un extranjero que no haya tenido paso por la liga. El presupuesto no se salva, el club no se salva, pero ayuda.

Allí hay otro punto importante para desarrollar. Se dice que la llegada de los extranjeros nuevos entorpece el armado de los equipos porque sufren su adaptación a la liga. Se tardan muchas fechas en dar con el extranjero correcto mientras los equipos se meten en un cono de sombras derrotas tras derrota. Y es cierto. Lo que debemos mirar es por qué ocurre.

Es donde entran a tallar los agentes de jugadores que conocen el número de los presupuestos de los clubes. Esta pata de la mesa tan poco mencionada por las crónicas periodísticas y tan decisivas a la hora de hablar de la Liga: los representantes.

Kyle Lamonte y David Jackson, por mencionar los dos mejores escoltas extranjeros de los últimos cuatro años en la liga cobraban muy bajo salario en dólares en Uruguay. Es decir, hay una aceptación del jugador en cobrar ese dinero en una liga que pague ese dinero. Pero cruzan el “charco” y su valor aumenta al doble inmediatamente. Y si hacen 15 pts de promedio ya duplican nuevamente su salario. Es muy difícil decirle hoy a Lamonte o Jackson que sigan cobrando lo de Uruguay cuando el jugador se entera lo que cobran otros foráneos en la Argentina de menor rendimiento que ellos. Esos otros foráneos son los que hace rato que juegan la liga, con trascendencia irregular, pero que ayudan al “armado del plantel y conocen el medio”. Entonces se genera el cuento del huevo y la gallina. ¿Por dónde empieza la fuga?

Dirán que el valor de cada jugador lo pone el mercado. Es posible, pero también lo pone el representante que en virtud de lo que cobran otros jugadores nacionales de menor jerarquía y toma parámetros para luego llegar a las palabra mágicas: “¿No querés que sea garantido?... entonces pagalo”. Así muchos extranjeros aceptan lo que los nacionales no: Poder ser echados a fin de mes.

En definitiva a los equipos de menores recursos les queda como alternativa ir a buscar extranjeros nuevos porque saben que se paga menos que uno conocido. Casi toda la liga toma el ejemplo de Peñarol con un solo extranjero. Para mi es mucho más importante lo que hizo la dirigencia de Peñarol con la anuencia de su entrenador Sergio Hernández en materia de búsqueda de extranjeros de bajo salario. Allí radica el verdadero ejemplo y no en formar un equipo con un solo foráneo, porque eso no fue un proyecto sino que fue una eventualidad.

Desde que Sergio Hernández está como técnico de Peñarol en la posición de escolta probó en la 07/08 a Eric Rodríguez y Cedric Moodie hasta llegar a Quincy Wadley que los ayudó a salir campeón de la Liga de las Américas. Ninguno de tres había jugado liga. En la temporada siguiente (08/09) no lo repitió y metió un pleno con David Jackson que venía de Uruguay y bancó toda la temporada hasta llegar a la final con Atenas. En 09/10 al elevarse el número de Jackson lo dejaron ir y fueron de nuevo por un desconocido Brian Woodward, luego cambiado por Mike Jones hasta que llega finalmente Kyle Lamonte (tampoco ninguno de los tres había jugado liga). Todos foráneos debutantes y de bajos salarios. Peñarol esa temporada gana la final ante Atenas. En la temporada 10/11 Lamonte se va a Flamengo por un salario de super estrella y Peñarol sale otra vez a buscar desconocido: trae a Antoine Stockman, luego lo corta y viene Joe Shipp, otro debutante hasta que Lamonte logra salir de Flamengo y regresa. Peñarol opta por primera vez en 4 años pagar un salario elevado en la posición del escolta foráneo. Para entonces ya era campeón de liga y bicampeón de América.

La ecuación económica es la que domina la liga, no la deportiva. Si un club quiere traer un extranjero notable, de paso por el básquetbol europeo de primer nivel, que jugó euroliga y que estaría dispuesto a cobrar un salario normal, cuando se entera lo que cobra un jugador nacional suplente de los equipos de punta duplica su pedido. La culpa es de los clubes que lo pagan.

En el plano deportivo estamos todos de acuerdo en que jugar con tres extranjeros es malo. El desarrollo de los pibes y la gigantesca ola de cambios es un despropósito para el torneo, y el futuro de la selección, pero es lo que hay en virtud de lo económico y esto se hace con plata.

Desarrollo de jóvenes nacionales vs fichas foráneas

Es lógico pensar que un club debe apostar a tener a Federico Aguerre de alero y no a Ramzee Stanton porque de esa ecuación sale ganando el futuro de la selección nacional. Lo que debemos preguntarnos es por qué Regatas Corrientes arma un equipo para salir campeón con Stanton y Estudiantes hace de club formador sin que su deseo sea esta temporada salir campeón con Aguerre.

Los dirigentes de los clubes le permiten al técnico el armado del plantel de acuerdo a su idea, pero sabiendo que la responsabilidad tiene un costo: el corte del propio entrenador si las derrotas se vuelven cotidianas. De acuerdo a los objetivos, habrá mayor o menor tolerancia a las derrotas.

Los entrenadores viven de su profesión y como a cualquier asalariado no le gusta que lo echen de su trabajo. Por lo tanto, si tienen que elegir algunas opciones de escape ante una serie de derrotas, sabiendo que pueden caer en ellas, la tomaran para armar su plantel. Los entrenadores prefieren lógicamente el recambio de un foráneo que perder su trabajo.

Si los dirigentes establecieran proyectos de 2 a 4 años con el mismo entrenador, sin que las victorias o derrotas sean condicionantes, entonces los técnicos podrían animarse con mayor soltura a probar jugadores jóvenes e inexpertos para posiciones delicadas en los planteles. Pero los dirigentes también le dan explicaciones a la gente y los sponsors de porqué caen en derrotas. Esta cadena de responsabilidades hace que la Liga Nacional sea una trituradora de carne.

El público en general y los periodistas pedimos que se utilicen más a las fichas juveniles, pero el entrenador no tiene ningún interés en pensar tanto en el desarrollo del jugador joven en plena competencia profesional si el equipo no gana. Las urgencias se comen los proyectos y si la dirigencia de la ADC no establece una pauta obligatoria en dicho sentido, entonces los entrenadores tomarán los recursos más adaptables a sus necesidades de acuerdo a lo que les permita el reglamento.

En consecuencia, como queda reflejado la ecuación económica (más barato) y la deportiva (más fácil el recambio) le cierra al entrenador y la dirigencia de un club para jugar con tres extranjeros en la Liga Nacional. Aunque se frene el desarrollo del jugador joven por ausencias de pautas oficiales que establezcan una normativa al respecto.

Pablo Tosal
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