La culpa es del mensajero

Haremos un breve repaso del caso para que la gente se ubique rápidamente de qué estamos hablando: el periodista del diario La Nueva Provincia, Fernando Rodríguez, habló con Eduardo Bellón, en una nota que el entrevistado suponía no era una nota “oficial” y donde el periodista la realizaba para su cobertura como enviado especial del diario en el marco del torneo Súper 8. En la nota Bellón cuenta situaciones delicadas por su cargo dentro de la AdC y el tema estalla una vez que se ve publicado en la página del diario y amplificado por el resto de los medios.

No quiero hacer largo el cuento porque hurgar en las minuciosidades del tema es perder el tiempo y el objetivo. En teoría la historia fue así: el periodista Fernando Rodríguez persiguió a Bellón para que le conceda una nota y (como Judas) se la niega tres veces. Hasta que le dice “dale hablemos”.

Y el problema de la historieta radica en dos cosas: una compleja y la otra sencilla.

Empecemos por la fácil: En la noche del viernes, antes del juego Peñarol – Obras Eduardo Bellón convocó a una conferencia de prensa donde explicó su postura. Descalificó al periodista tratándolo de ladrón (robó la nota) y de mentiroso. Sostuvo que sus palabras fueron usadas y que no dijo lo que dijo. Todo esto fue fácil de comprobar. La nota está grabada y ayer la simple publicación dio por tierra el descargo de Bellón. En la conferencia, no permitió que nadie preguntara, juntó a los periodistas solo para descalificar a otro periodista y negar todo. Salvo el colega Rubén Muñoz de Basquetvisión de Mar del Plata nadie dijo nada al respecto para hacerle ver el error al que estaba accediendo Bellón.

La compleja: Bellón, admitiendo que dijo cosas indebidas en la charla, adujo que el periodista carece de “códigos”.

Bueno, acá empieza la nota.

Los medios periodísticos de cualquier índole eligen por su tarea trabajar con “off the record” o no. Para hacerla fácil el “off the record” es lo que el protagonista cuenta pero no quiere que se publique, al menos en su nombre. Por ejemplo los medios que trabajan con primicias laburan con mucho off the record porque recibe por anticipado lo que sucederá “ojo que mañana es el último partido de tal jugador, ya está viniendo fulanito en su reemplazo”, dice algún directivo, allegado o entrenador y eso no se dice hasta que no terminó el último juego del recién cortado. Pasa muy seguido.

Describo lo que dice cualquier libro de periodismo sobre el tema:

“Para algunos autores y periodistas, el off the record es “información que se le da al periodista y que no puede publicar”. Desde la perspectiva del periodismo de investigación, la mayoría de los periodistas lo utilizan.

Otros tienen una posición ambigua: “Si bien es información que no se puede publicar, es normal que haya periodistas que la utilicen sin citar la fuente”.

El off the record es de uso exclusivo del periodista; aunque son datos no utilizables, son interesantes. El off the record no es retrospectivo y puede ser el inicio de una investigación. Hay periodistas que no trabajan con fuentes de este tipo porque no se dejan identificar. La situación ideal es trabajar con fuentes identificables, aunque si sólo trabajáramos con éstas, el periodismo de investigación no existiría.

La relación y el cumplimiento de los pactos con las fuentes son muy importantes. Las fuentes ya conocen su relación con nosotros; no son víctimas de nuestra voracidad informativa sino que son víctimas de su propio interés”.

Esta definición tampoco completa el panorama que debemos trazar en cuanto al uso de las fuentes de información. En el mundo del básquetbol hay una deformación importante del hecho periodístico. En la teoría el periodista firma un contrato tácito con el público, no con el protagonista. Pensemos ¿para qué quiere un periodista de básquet información que no va a decir?.

En nuestro “mundo” tan particular, el protagonista, sea dirigente, entrenador o jugador acostumbra a abrazar al periodista y contarle intimidades de lo que sucede, luego cuando se enciende el grabador o se le pone un micrófono dice “no doy notas”.

Esto es lo que sucede en el error del caso Bellón. Por su investidura, por su cargo dentro del ente madre, ante la necesidad periodística de saber qué pasó en la reunión entre entrenadores y árbitros, Bellón se negó a declarar públicamente los resultados de la charla en una conferencia o particularmente, salvaguardando las intimidades del mismo, no obstante accede a charlar “off the record” sobre el caso con periodistas.

Eduardo Bellón, Jefe del Área de Comisión Técnica en representación de la Asociación de Clubes y como parte interesada en la reunión, tenía que contarle a la prensa (que es un vehículo de la información) lo que sucedió en la charla con los entrenadores. No lo hizo, se lo persiguió y sus declaraciones “off the record” estallaron como bomba. Dando una conferencia, privando los detalles que quedan en la intimidad de la reunión y accediendo a preguntas, todo se evitaba.

No creo que un Jefe de Estado, le cuente “Off the record” a un periodista “mañana vamos a limpiar al ministro de economía, pero no digas nada”, porque eso se publica en 3 minutos. La investidura de quien emite la opinión y de quien la recibe no se pierde nunca.

Digamos que si Bellón establece con un periodista las siguientes pautas de una entrevista: “sin grabador y sin derecho a publicación”. Lo más razonable para un periodista es que le conteste: “para tomar un café los tengo a mis amigos” ¿De qué le sirve a un periodista una entrevista así si no hace periodismo de investigación?.

En el 2002 sucedió un hecho paradigmático al respecto. El ex presidente de Uruguay Jorge Battle, antes de comenzar una entrevista con una cadena televisiva, estando la cámara prendida pero fuera de la nota dijo: “Los argentinos son unos ladrones, del primero al último”. Esto lógicamente armó un revuelo internacional. La cadena de televisión decidió emitir esa parte de la entrevista porque destacó que su medio no trabaja con Off the Record. Lo que Jorge Battle olvidó en ese momento, este encendida la cámara o no, sea en el marco de la entrevista o no, es mantener el tono de la conversación de acuerdo a su investidura política. Después debió disculparse, pero ya lo había dicho, era su pensamiento y fue publicado.

En este caso, en la misma nota de aclaración, Fernando Rodríguez dice que “preservó detalles de la charla que se lo contó como anécdota justamente por tener ética”. El tono de las preguntas y respuestas no era una conversación de amigos, y en verdad no lo son. Si una figura pública (en el caso del básquet sea jugador, entrenador, dirigente o árbitro) se dirige a un periodista con o sin grabador siempre debe saber con quién está hablando. El periodista nunca deja de ser periodista. Por eso mismo también cuando quieren “influir” en nuestra opinión, nos llenan de datos en la intimidad para que “nosotros sepamos”. Es decir, para los protagonistas ¿somos periodistas solo cuando a ellos les conviene?.

Finalmente digo: El periodista Fernando Rodríguez del diario La Nueva Provincia, trabaja siempre con grabador y libreta para anotar. Lo avalan en el medio dos décadas de trabajo en el ámbito de este deporte en un diario que respira básquet y su idoneidad es irreprochable. Muchos buenos profesionales cometen errores porque son humanos y eso sería perdonable, pero en este caso particular, no hubo error periodístico alguno, aunque llega justo a tiempo para que todos recordemos que periodistas y protagonistas pueden ser amigos perfectamente, pero esto no tiene nada que ver con el hecho profesional.

Pablo Tosal
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