“La paradoja del éxito”

Es interesante leerlo a Eduardo Bazzi a la distancia. Tiene 18 años en el ejercicio de la presidencia de nuestro básquet y tiene en sus manos una montaña de verdades incontrastables. Verdades de las que duelen, de las que se deben aceptar y sirven para ejecutar un mejor futuro.

Muchos otros, de diferentes estamentos, cercanos y lejanos, lo ven como algo similar a Lord Vader. Para mi es mejor leerlo, atender en silencio y con atención sus palabras. Por estar en un puesto ejecutivo habla desde sus actos y también es interesante ver que dice cuando le toca hablar. Es tan culpable en mucho de nuestros padeceres como inocente de las miserias de nuestra liga.

Tengo la posibilidad de disfrutar de todas las guías oficiales de la AdC hasta la temporada pasada. Desde la primera guía que vio la luz (temporada 95/96) hasta la 2008/09. Sucede que (según me dicen), en la última liga se encargó del tema el tesorero de la AdC Antonio García y solo mandó a imprimir 500 ejemplares para el básquetbol número uno del mundo. Precisamente yo no estoy entre los 500 favoritos de la AdC y desde prensa me dijeron el famoso “no hay más”. Así corté mi colección de 13 ediciones seguidas.

De todos modos hice un racconto a las palabras de Bazzi en la editorial de las 13 ediciones. Cuando finalizó la temporada 96-97 que consagra a Boca campeón sobre Independiente de Pico (4-1) el presidente de la AdC sostuvo “Nuestros esfuerzos deberán dirigirse, inexorablemente, hacia la construcción de nuevos estadios que tengan la capacidad y calidad que la competencia nos está exigiendo. Ello requerirá de los capitales públicos y privados para su cristalización”.

Como se ve el temprano diagnóstico es acertado. Lo dijo León Najnudel en el final de la temporada 93/94, mientras Peñarol daba la vuelta olímpica en Gral. Pico, Najnudel que fue comentarista invitado de la televisión dijo “Ahora hay que mejorar la infraestructura, invertir en estadios”. Las palabras tanto de León como de Bazzi, cayeron en un agujero negro.

La situación es más grave desde la toma de decisiones porque Bazzi no se puede quedar solo con el diagnóstico, sino que debe operar. Si los aportes públicos de provincias como Chubut, San Luis, Santiago del Estero, Córdoba, Corrientes, Formosa a lo largo de la historia pasan de largo solo en sueldos de jugadores no sólo es culpa de los dirigentes de los clubes. Debería haber una obligación empresarial de la AdC en la toma de decisiones que hacen al bien común de la liga.

Entonces uno debe preguntarse ¿para qué queremos mejores estadios? ¿Para que no haya goteras? Como en Santiago del estero por ejemplo. Bueno, alcanzaría con arreglar el techo.

El estadio más moderno y lujoso del país para la práctica cotidiana de básquetbol luce habitualmente sin gente (1500 a 2000 personas en un estadio de 8000, entre un 18 a un 25% del total). Hablamos del Polideportivo Islas Malvinas de Mar del Plata donde juega Peñarol de local. Verlo lleno de espectadores es como querer comerse a la presa sin haberla cazado. Vale decir, si no hay una estructura de Liga vendible, deseable para el público en general, seguirá dependiendo de la voluntad de los hinchas, de la situación pasional. Seducir (por ejemplo) a una persona que no es hincha, a que pague una entrada para ver un partido de básquetbol, es el objetivo principal y la consecuencia de un estadio grande.

Estadios de 8000 personas, modernos, calentitos en invierno y templados en verano, cómodos, “disfrutables” para mil espectadores por ciudad y por partido no parece ser la reina de las ecuaciones. Eduardo Bazzi, propuso como solución jugar una vez por semana, como en Europa. Así la gente multiplica por dos su presencia y entre semana se juegan los torneos internacionales. La idea, se aplique o no, como toda sola idea por sí sola no atraerá gente, sino que debe acompañarse de un proyecto de marketing eficaz.

La infraestructura de los escenarios es un déficit en la liga. Algunos estadios donde juegan equipos que en total suman 2 millones de dólares de presupuesto son vergonzosos. Inaceptable hasta para los jugadores mismos. Presentar el Cirque Du Soleil en un ámbito inadecuado le quita brillo al espectáculo. Si el producto es bueno, hay que presentarlo como se merece. Con ese solo concepto bastaría para ponerle proa al hecho de mejorar y crear nuevos estadios, pero hacerlo sin un plan de marketing al lado es lo mismo que nada. Y como sabrán Marketing no significa vender publicidad.

Todos recordarán la experiencia de empresa U-1st en la toma del Super 8. Dio el ejemplo de cómo se debe organizar un torneo, llevando a la organización al primer mundo, y salvo por el estadio de Obras trataron de buscar escenarios aptos para el público en general. La consecuencia fueron escenarios vacíos, y el público dándole la espalda al show. Según Bazzi “Es un tema social. Si el local no avanza, los juegos se disputan con muy poca gente. Es algo típico de los argentinos que también abarca a otros deportes. Acá cuesta mucho ver un deporte como un espectáculo, se lo interpreta como un hecho pasional, en el que es más importante que gane la camiseta favorita que ver un buen espectáculo”.

Tomemos por un minuto el ejemplo de Peñarol. ¿Resurgió de las cenizas por jugar en el estadio Islas Malvinas? Todavía recuerdo los intentos de esta dirigencia cuando asumió de intentar reflotar el Super Domo o buscar un cambio de localía a un escenario más chico.

El secreto fue (perdón por ejercer el concepto de manera tan liviana) hacer mejores planteles para atraer al público. Los jugadores baratos no llegan nunca al éxito, no ayudan a firmar sponsors, no te hacen pelear por el título, en definitiva son caros y seguramente luchas por no descender, algo que espanta a la gente de las canchas. Los jugadores caros, son más difíciles de pagar pero son los únicos capaces de resolver la ecuación de gasto-ingreso a través del sponsoreo y venta de tickets. Encima te ayudan a salir campeón. Por su puesto que si hay un fracaso deportivo con jugadores caros el agujero es más grande, pero esto es una timba. Ni más, ni menos.

En el mundo del básquetbol nacional no hay más secreto que ese. No hay clubes que se dediquen a hacer plata. En cancha chica o cancha grande, en escenarios de cemento y butacas o de tablones. La Liga Nacional no tiene nada que ver con el espectáculo. Por su puesto que nos gusta el show, pero las finales entre Peñarol y Atenas (Poli vs Orfeo) dura apenas 15 días y la liga dura 8 meses.

Entonces retomamos la pregunta ¿Para que queremos mejores estadios en la Liga?

Por mi trabajo y por mi pasión por la liga trato de no perderme ningún partido de nuestra competencia. Hago la suma y veo que desde que empezó la copa argentina ví personalmente 92 partidos (contando Copa Argentina, Ligas de las Américas y Super 8) y seguramente 30 de los 40 televisados del año. Es decir algo así como 120 partidos de liga por temporada. Es posible que haya visto 2 partidos de NBA completo, algunos por la mitad y varios resúmenes. Prefiero saber si un juvenil de liga es zurdo o derecho a ver las grandes estrellas de la fantástica liga del norte. Son elecciones.

Tengo claro que la Liga Nacional es la segunda mejor del continente, por el nivel de los jugadores, técnicos y árbitros. Lo salarios han retornado a niveles de primer mundo. Hoy la LNB se posiciona nuevamente en un tercer escalón mundial, debajo de la NBA, y las primeras ligas de Europa (de cuatro países). Los extranjeros tienen que ser bueno o no pueden jugar acá y el nivel físico ha crecido exponencialmente. Con un total de 16 millones de dólares de circulación en la liga, los estadios tienen un promedio de mil espectadores.

Los dirigentes gastan hasta 250 mil pesos en el salario de un jugador suplente y no gastan un solo peso en difusión. En la comercialización de su producto. La liga es jerarquizada, pero parece que está hecha para que la vean y se regodeen los dirigentes y los sponsors que ponen plata sentados en una platea. La gente común ni se entera de la belleza que se pierden.

Habría que preguntarse si vale la pena tanto esfuerzo económico para que no haya gente en las canchas y no haya interés en la sociedad. Que no se vea por televisión abierta, que no salga en los diarios, que no haya más periodistas en los entrenamientos, que no haya resúmenes en las tiras diarias de deportes. Incluso con los fantásticos deportistas que tenemos ninguno de ello es una estrella, no tienen trato de tal, pasan desapercibido para la gente. En esto es donde falla el marketing de la liga. No despierta ningún interés en la sociedad y cuando no interés, la indeferencia te termina matando.

Entonces retomamos la pregunta ¿Para que queremos mejores estadios en la Liga?

Dice Bazzi con respecto a revertir esta situación “Es una tarea de marketing que involucra tiempo y dedicación. Se ha avanzado en estos últimos veinte años, pero a nivel espectáculo todavía no se ha conseguido tanto”.

A mi no me cabe duda que lo quiere revertir, tampoco me cabe duda que no sabe cómo, o ha encontrado grandes obstáculos dentro mismo de sus pares. Cualquiera de las dos situaciones lo pone en desventaja.

La Liga tiene una estructura interna brillante. Por su calendario, por su sistema de rotación arbitral, por su tribunal de disciplina, por las obligaciones a la cancelación de deudas, por innumerables aspectos que hacen a una competencia seria y profesional. Nada crece librado al azar, salvo los yuyos.

No quiero profundizar sobre las formas en que los clubes consiguen el dinero sino más bien ejercer una mirada crítica sobre su gasto. En los que los clubes hacen con ese dinero. No está mal querer mejores escenarios, pero primero debemos preguntarnos para que queremos mejores escenarios. Apostar a una liga que despierte interés es una tarea de todos los clubes y sobretodo de la cúpula dirigencial de la AdC, la consecuencia del interés traerá la necesidad de nuevos escenarios. Pero estadios grandes y cómodos con poca gente es un despropósito. Sobre todo con una liga que es de oro pero no brilla.

Pablo Tosal
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