Pepe Sánchez: “Para generar saltos, a veces hay que hacer transiciones”

“¿Me bancás 20 minutos?”, consultó, por mensaje, Pepe Sánchez. El tiempo fue suficiente para, poco después, comprobar que es un tipo de suerte. O algo así. En la cuadra del café no había un lugar para estacionar, hasta que asomó la trompa de su “nave” y, al mismo tiempo, le dejaron un hueco en la misma puerta. “Tengo suerte para ciertas cosas --admitió--, esta es una, je”.

-Y eso que tu fuerte no es el volante.
-No, para nada. Nunca me interesaron los coches. Sólo manejo porque es necesario.

-¿Te gusta manejar todo cuando estás detrás de algo?
-Mirá, es como el debate del huevo y la gallina. No sé si soy yo o tiene que ver con la imagen que proyecto en los demás. Hay un montón de cosas que me interesaron manejar, como mi carrera, porque tuve agente (Igor Crespo), pero decidía yo.

-Algo que pareciera poco menos que fundamental en la carrera de un basquetbolista.
-Sí, pero siempre le aconsejo a los chicos: “déjense ayudar, pero ustedes decidan su futuro”.

-Habla de personalidad.
-En eso, en mi vida hay una constante: a los 15 años decidí cómo iba a ser mi carrera y elegí más tarde irme a una universidad a Estados Unidos, cuando no había Internet ni nada similar. Con errores y aciertos, el patrón que guía un poco mi vida es que intento tomar mis propias decisiones. Sí, con la edad me pude abrir. Escucho más. Después viene la otra parte y es que en diferentes situaciones, en las cuales no tengo ningún interés de liderar, el entorno te pone en ese lugar.

-¿Lo tenés asumido?
-No voy a renegar de mi personalidad. En la Universidad, a la semana era el referente del equipo, en la Selección lo fui durante mucho tiempo, lo mismo que en los equipos. Y fui exitoso. Creo que esa es una de las claves.

-¿En base a qué tomás tus decisiones?
-A pesar de parecer bastante racional soy muy intuitivo y tomo muchas decisiones con las tripas (sic). Irme a la universidad fue una. En el momento que lo decidí, todo me decía que sí, cuando todo el mundo afuera opinaba lo contrario.

-Bueno, te pasó lo mismo, generalmente, en cuantas otras cosas en las que estuviste involucrado.
-Te diría que prácticamente toda mi vida fue así. Tiene que ver con el desafío. A esta edad me sigue pasando. Y con los años empezás a abrazarlo como algo natural.

-¿Te nace?

-Me nacen ideas y tengo visión de ciertas cosas. Suelo ir mucho contra la corriente. Pero el tiempo siempre es un gran aliado. Nunca me dejó a pata. Eso lo valoro mucho y cuando intento construir sobre una idea o un valor en particular, me apoyo mucho en el tiempo. Por idiosincrasia vemos a la inmediatez como una virtud y lo inmediato, generalmente, no es un buen indicador. Sí la constancia. Dentro de eso está el equivocarse, chocarse y buscar otro camino. Eso es la vida. Y no le tengo miedo.

-¿Cuánto tardás en aburrirte de las cosas?
-(Silencio)... Es una buena pregunta, ¡eh!... Hay un factor que tiene que ver con esa búsqueda de desafíos constantes. Y, también, con que aparecen otros cuando los concretás. Sí aparecen mucho más de lo que se buscan. A ver... Mi cabeza explota con mil ideas, eso no lo voy a negar, después pasa por poder materializarlas. El tema del aburrimiento lo peleo con la constancia. Creo también que te aburre lo que no te apasiona. Y es verdad que te motivan o desmotivan más un montón de cosas que suceden alrededor de un proyecto.

-¿Qué tan motivado estás con Bahía Basket y con la Liga Nacional?
-Mi mundo pasa por el básquet. Esta actividad no me va a dejar escapar nunca. Hoy tengo bien enfocado los lugares: uno es Bahía Basket, te diría lo que hago con más pasión y el desafío más grande, pero estoy muy bien rodeado y respaldado. Y también estoy enfocado en la Liga Nacional. Son casi 30 años de una visión de cómo se tienen que hacerse las cosas, que la tiene la mesa directiva de la AdC junto con tres clubes (Boca, Atenas y Peñarol) y otra visión de un montón de clubes, que tiene que ver con algo más innovador, un manejo más profesional y neutral. La mesa directiva son cuatro clubes que deciden el destino de los 12 restantes, algo que a mí nunca me pareció correcto.

Juan Ignacio Sánchez está instalado en la ciudad, más allá de que su agenda siempre aparece bastante ocupada, con compromisos de diferentes tipos.
-¿Qué tomás?
-Café solo. Un jarrito.
-¿Con tantas reuniones y demás, estás tomando más café que antes?
-Te diría que menos que antes.

-¿En serio?
-Pareciera que hago muchas cosas, pero aprendí a delegar y cada vez hago menos. Hoy por hoy mi función en el club básicamente es ejecutiva en cuanto a generar recursos, el trazado de un lineamiento deportivo y social, pero la ejecución no pasa por mí, lo cual me da mucha autonomía, que es lo que quería. Es algo muy lindo que empezamos tres o cuatro años atrás, para que hubiera básquet profesional en la ciudad, que estaba en claras vías de extinción. Hoy me lleva mucho menos tiempo que hace dos o tres años, cuando había que hacer todo, empezando por ver cómo refaccionábamos el Casanova, que es una realidad.

-Llevan tres temporadas como organización y, al igual que todos los equipos, vieron pasar jugadores sin recibir nada el día que se fueron. ¿Considerás que con este sistema de libertad de acción que existe igual se puede consolidar una estructura?
- La solución que veo es lo que hacemos nosotros.

-A ver...
-Si tenés una torta, gigante o chica, la repartís. Hay que ser equilibrado y destinar en infraestructura, invertir en armar un grupo que gestione, perdure en el tiempo y vaya creciendo, el resto lo gastás en el equipo.

-¿Vos decís que de esa manera funciona?
-Sí.

-¿Y es redituable?
-Me parece que la palabra redituable no aplica, porque los clubes argentinos no son sociedades anónimas, sino sociedades civiles. Entonces, el manejarte como una empresa en cuanto a las herramientas y la eficacia, no significa que a final de temporada se repartan utilidades. Tiene que ver con que cada año estás haciendo crecer la estructura y si a fin de temporada hay utilidades se trasladan para el año siguiente o se reinvierte en estructura, capacitación o lo que fuere... El día que los clubes sean sociedades anónimas, tendrán accionistas y dueños, quienes intentarán generar sus recursos. Hoy no es así. Y no es posible hacerlo.

-¿Qué camino elegirías?
-Yo creo en un modelo híbrido, que permita sociedades y, a su vez, sociedades civiles. Eso sí, donde los presidentes avalen la Liga Nacional, separando al club social y sus activos: estadios, piletas, polideportivos, etc. Hoy por hoy cualquier club termina vendiendo la cancha para poder pagar. Y no es justo. Hay que avalar con los contratos de los sponsors, con tu casa o con lo que quieras, pero que no corra riesgo el club.

-¿Actualmente avala Bahía Basket sobre Estudiantes?
-Sí. Y estamos en proceso de traspaso, de acuerdo con lo estipulado. A principios de temporada avalamos el presupuesto con los contratos de los sponsors.

-Durante estos años, ¿nunca te arrepentiste de lo que invertiste, más allá del dinero?
-No somos un país fácil, tampoco una ciudad fácil y es algo agotador. Todo cuesta, pero el aprendizaje ha sido muy grande. Me sirvió también para reinsertarme en la Argentina. Yo viví 14 años afuera, en sociedades donde prácticamente está todo resuelto, donde no hay mucho por cambiar. Me encanta el desafío que significa nuestro país, aunque también hay veces que uno se pregunta “pudiendo estar en cualquier lado, ¿por qué estoy acá?”. Pero no me arrepiento para nada. Económicamente tuve la suerte de que me fue muy bien en mi carrera y en ese sentido mi vida la tengo resuelta, lo cual me da la libertad de poder hacer y decir lo que siento. Tengo la visión de que hay un montón de cosas que se pueden cambiar. Eso es más fuerte que yo. Y a mi me toca en el básquet. Mientras tenga energía voy a seguir. Y tengo energía para rato.

-¿Como jugador también?
-Volví a jugar al básquet en Bahía, después de un intento en Obras que no prosperó. La verdad que le puse todo como jugador, pero la realidad es que el jugador se llevaba el 20% de la energía y la persona que armaba la organización el resto. Creo que hoy queda muy poco del jugador. En eso soy muy sincero conmigo mismo, es una transición que uno busca para protegerse del impacto que significa dejar de ser jugador de básquet. Es muy duro.

-¿Qué queda del jugador?
-El 5 por ciento, el otro 95 lo destino para el resto de las cosas que hago.

-¿Ese 5 por ciento vas a desarrollarlo?
-Es mayor la ilusión de sentir que todavía soy jugador, que la realidad de que me vuelvan a ver jugar. Es difícil que me recupere de mi problema de espalda si no le doy el tiempo que se merece. Mi vida le está ganando por goleada al jugador. No hay muchos jugadores que puedan decir eso.

-¿Y se festeja la goleada?
-No, cuesta. Es un duelo que hacemos todos los deportistas, pero la mayoría no lo dice. Por suerte estoy pudiéndolo hacer de forma paulatina y eso sí es algo que, consciente o inconscientemente, me viene haciendo ruido hace muchos años. Muchas veces la gente y la familia no entienden. Uno es una persona y tiene que proyectarse, porque para el resto, cuando el deportista o el actor no está más viene otro, pero uno no debe dejarse engañar por el entorno. El retiro es para pensar en uno y disfrutar lo que quiere hacer, no es momento de dar explicaciones. El momento para escuchar y aprender es hasta los 23 o 24 años, algunos antes porque maduran. Y creo que el momento de dar el salto de calidad son los 27 o 28. Ya a nuestra edad hay que disfrutar. A esta altura las cosas las hiciste o no.

-De todas maneras, ¿van a guardar una ficha para vos en el equipo?
-Sí, porque no vamos a tener nueve fichas. Y hasta pensamos incluir siete fichas y darle más lugar a los juveniles.

China o San Martín de Los Andes

-¿Cómo está el tema del viaje a China durante la preparación para la próxima temporada?
-Es una cuestión deportiva, porque nos dará unos cuantos partidos. Es algo interesante en cuanto al intercambio, también importante para los sponsors que están con nosotros. Hoy por hoy cualquier cosa que tenga relación con el mercado chino es positivo y, a la vez, en lo cultural es interesante. Estamos muy cerca de cerrarlo. De no concretarse, existe la posibilidad de ir a Holanda en Navidad. El plan B es San Martín de Los Andes.

Su vínculo con los Lakers

-¿Cómo es la posibilidad que se te abrió para trabajar con los Lakers?
-La realidad es que tengo una oferta muy interesante para ir a trabajar con los Lakers.

-¿En qué consiste?
-Los Lakers firmaron un contrato con Time Warner por 20 años y me ofrecen ser analista de los partidos y participar de un programa diario. Es el único equipo de la NBA que tiene un canal en inglés y otro en español. Por lo que intuyo está al caer en otros mercados latinos. El sur de California tiene seis millones de latinos y Estados Unidos unos 60 millones, con lo cual es un mercado inmenso.

-¿Esto implicaría tener que radicarte allá?
-No. Mi exigencia fue poder, durante seis meses, ir 30 días y estar acá 40, aproximadamente. Tengo algo claro y es que quiero vivir acá. Al mismo tiempo, necesito el contacto con la otra mitad de mi vida, que tiene que ver con Europa y la NBA en Estados Unidos. Y esta posibilidad me la ofrece. Aparte me permite estar acá entre ocho y nueve meses al año y continuar con el programa (conduce Time Out, por DirecTV), que me encanta.


Los cambios de la Liga

-¿Se te hace más fácil liderar a un equipo dentro de la cancha o a un grupo de dirigentes?
-Mi intención no fue ni será liderar en la AdC. A pesar de que algunos piensen que mi futuro es posicionarme, no tengo aspiraciones políticas. Sí pretendo ayudar en el modelo de gestión. Creo que la fuerza de un grupo que representa el 75% de la Liga tiene que ver con que se escuchan todas las voces. Hay un gran gesto de generosidad en este grupo de dirigentes. Hubo una mala comunicación y se tergiversaron un montón de cosas. Y a veces aparece el liderazgo de dos o tres personas, porque somos más locuaces a la hora de expresarnos, pero lo que más rescato es que detrás hay un pensamiento y exposición de todos los clubes, de quienes recién ascendieron y de los que tienen mayor o menor presupuesto.

-¿Y qué es lo positivo de esto?
-La medida de parar un poco la pelota y sentarnos a charlar de cómo podemos mejorar la competencia es un gesto en beneficio de la competencia. Por primera vez nos sentamos a hablar con los jugadores y fue algo sumamente positivo. Se está estableciendo qué cosas van a modificarse en el área estructural, en un plazo de acá a uno, dos y tres años. Creo que eso es mérito de toda esta gente.

-¿En algún punto se desconfía del entorno?
-Creo que la constancia fue una de las grandes virtudes de este grupo. Llevamos muchos meses reuniéndonos y pasamos el momento crítico de los fichajes. Ahí todo el mundo predecía que íbamos a arrancarnos la cabeza para lograr el mejor equipo, pero se superó sin ningún conflicto y al momento que hubo una duda se habló. Eso a mí me genera mucha confianza. Después, desconozco las agendas políticas de cada uno. Estoy para ser parte de los cambios que tienen que ver con hacer una competencia más apta para el público, más saludable para los jugadores, con mayor seguridad, mejor espectáculo...

-¿A partir de eso consideraron sacrificar los descensos durante dos años?
-En cierto modo sí. De hecho, nadie está de acuerdo con hacer una Liga cerrada, pero gracias a eso, hace una semana estuvimos sentados con los jugadores y hasta con los periodistas discutiendo respecto de temas estructurales. Si hoy hubiera descensos, eso no se podría haber logrado.

-¿Analizaron el nivel de riesgo que significará jugar sin descensos?
-Creo que no hay riesgo. Para dar saltos cualitativos necesitás trabajar, por lo menos, en el medio plazo. Honestamente no creo que pase nada porque no haya descensos, así como no sucedía cuando los había. Jugué por la permanencia con 200 personas en la cancha. No era un gran espectáculo. ¿Se entiende?

-De todos modos, ¿no considerás una apuesta eliminar los descenso?
-Es una apuesta que tiene que ver con un fin relacionado con mejorar la calidad de competencia en lo estructural. Lo ideal hubiera sido no tener que modificarlo.

-Es decir, ¿seguís creyendo en la forma de disputa tradicional?
-Sí, con algunos matices. Creo que tiene que haber un descenso. Insisto, no me parece tan trágico que no haya descensos ni, tampoco, que se juegue con ascensos y descensos.

-La duda pasa por si esto se hace realmente por convicción y con el fin de mejorar...
-Por eso te digo que para ganar hay que resignar algo. Dos años nos son una locura y para generar saltos, a veces hay que hacer transiciones. Creo que es un intento sumamente válido. Siempre arriesgo para crecer. Lo peor que te puede pasar es que te vaya mal. Ahora, si sacamos los descensos y no se logran cambios estructurales en la competencia, ahí sí esto termina en la nada.

-Para todo esto debe existir una estructura detrás, con gente idónea, de lo contrario es altamente probable que las obras no se ejecuten.
-Bueno, eso se decidirá el próximo año. Está clara la visión de lo que es hoy la mesa directiva y los tres equipos que acompañan y la visión del resto de la Liga. Respeto la visión de ellos, no la comparto. Nosotros queremos que exista la figura de un presidente institucional, un director general, áreas profesionales con presupuesto acorde y un directorio con los 16 clubes, no sólo cuatro.

Buscando un lugar

-La porción de presupuesto que la mayoría tendrá que destinar a infraestructura ustedes la tienen cubierta con todo lo que ya invirtieron en el Casanova. Hasta ahora, no parece haber sido destinado a lo estrictamente deportivo. ¿Para dónde se canalizará esa parte?
-Este año estamos con el Polideportivo (ubicado en el ex Matadero), gracias a que pudimos llegar a un acuerdo con la Municipalidad. Tiene un sentido que va más allá de lo profesional, porque funciona una escuela social, con 60 chicos jugando al básquet. Obviamente que invertir en esas cosas te resta del presupuesto deportivo y es un sacrificio que ya hicimos. Pero, insisto, realmente creemos que hay que mejorar la competencia desde lo estructural, que va desde los pisos, los aros, las redes, la seguridad, que haya un desfibrilador, tener previsto un simulacro de emergencia...

-Sí, cuestiones básicas en las que no se invirtió durante 29 temporadas de Liga.
-Seguro. Y que no pueden resolverse de otra manera sin poner freno... Nos juntamos con los jugadores y piden eso.

-¿Sí?
-Sí, exactamente eso. Mejores condiciones.

-Y paralelamente, que no les toquen el bolsillo.
-No, porque creo que los jugadores entienden que hay una intención válida de la parte dirigencial para mejorar esas condiciones y, además, comprenden que el dinero sale del mismo agujero. Lo que sí ha faltado comunicación. Todo quedará mucho mejor reflejado en el tiempo. Cuando se empiecen a ver las materializaciones de los clubes, no habrá mucho por discutir.


De eso no se habla

-¿Por qué mencionar negocio en la Liga parece mala palabra?
-Porque estamos en una etapa de transición entre una competencia que durante muchos años fue profesional en algunos aspectos y amateurs en otros. Nos encontramos en una etapa donde el mundo, los presupuestos, la tecnología y demás, exigen que sea una competencia hiper profesional. Sí creo que cuando básicamente la competencia de Liga “A” se tome como algo profesional, donde se entienda que cada detalle cuenta y que se debe brindar el mejor espectáculo, ahí se va a recuperar el básquet social. Los clubes serán el lugar donde los dirigentes se enfoquen en la parte social con los chicos, sin tener que desgastarse en buscar dinero para armar un equipo profesional.

-¿Las estadísticas cuentan en esto?
-Totalmente, en eso me apoyo. Cantidad de equipos terminaron desapareciendo. En Bahía puntualmente, al absorber nosotros la parte profesional representando a la ciudad entera, se le saca de encima la presión a los clubes. Cuando mirás hacia atrás ves que el paso del profesionalismo a muchos clubes los terminó destrozando. Y se quedaron sin la parte social y sin la parte profesional.

-¿Un ejemplo sería Estudiantes?
-Sin dudas. Es un caso de actualidad, que se sacó de encima la parte profesional, se ayudó a rehabilitar el club, que estaba en condiciones bastante malas, y ahí empezó a florecer en lo social. Hoy Estudiantes mejoró la masa societaria, su cantera de chicos, tiene más disciplinas y recuperó la función social que siempre tuvo como club, dejando lo profesional a gente que se dedica a eso.

-¿La mayoría del grupo “disidente” comparte el pensamiento?
-El tema es que hay mucha gente interesada en que esa confusión siga, porque hay intereses creados, y no lo digo por Bahía ni por Estudiantes, sino a nivel Liga Nacional. Son los intereses que estamos tocando los clubes que tenemos el mismo pensamiento y por eso hay disconformidad por parte de un grupo.

Un sueño de casi todos

-Al margen de los cambios que persiguen para la Liga en general, ¿cuál sería un desafío desde Bahía Basket para la ciudad?
-Hace un tiempo le pregunté a Manu si el tema del estadio estaba abortado para él y me dijo que sí. El desafío mayor es pensar y proyectar que como ciudad podamos tener un estadio multifunción. Y con esto no hablo de un mega estadio, ni de un estadio a construir con recursos públicos solamente, sino, con un gran aporte del sector privado.

-Por lo que manifestás, la idea ronda en tu cabeza. Es un buen indicio.
-Cuando hablo de estadio es para destinarlo a espectáculos deportivos internacionales, eventos culturales y empresariales, conferencias, etc. A nivel básquet, a la vez, puede ayudar a proyectar mayores ingresos y, en consecuencia, un equipo más competitivo.

-Es decir, no el estadio que había vehiculizado Manu y que políticamente lo terminaron abortando.
-Un estadio para cinco o seis mil personas. En la ciudad no podemos ser incapaces, desde lo público y lo privado, de poder proyectar un estadio así. Como ciudadano y desde la organización que encabezo, entiendo que necesitamos infraestructura. El estadio, a esta altura, nos lo debemos como ciudad. Y no es un reclamo al estado. Es un desafío concretarlo.


Foto: Gentileza Mundo D.
Autor: Fernando Rodríguez - @rodriguezefe
Diario La Nueva Provincia